En defensa de nuestros derechos. Por unos Servicios Públicos de calidad.



Los Servicios Públicos constituyen una de las bases del llamado Estado del bienestar y permiten la satisfacción de las necesidades más básicas de la ciudadanía (suministro de agua, energía, transporte, telecomunicaciones, sanidad, enseñanza, cultura, vivienda y servicios sociales, principalmente). Estos SSPP se deben prestar en condiciones de acceso universal, no discriminatorio y con un coste asequible.
El buen desarrollo de estos Servicios permite la cohesión social y representan un salario indirecto, beneficiando, sobre todo, a las personas más desfavorecidas económicamente, considerándose en las sociedades actuales como derechos fundamentales.

La consecución de estos Servicios ha supuesto un gran esfuerzo y muchas penalidades a generaciones anteriores de ciudadanos, de luchas continuas con mejores o peores resultados, pero todas ellas con entusiasmo y esperanza en un futuro más justo e igualitario. En ningún momento de la historia del desarrollo de estos Servicios se puede extraer la idea de que han sido concesiones de las clases dominantes en aras de una cierta paz social, no se ha dado esta situación porque el desarrollo del Servicio Público iba en detrimento de sus rentas. Los Servicios  públicos suponen una transferencia de rentas desde las más elevadas a las más desfavorecidas.

En España, observamos que las actuaciones y decisiones de las diferentes Administraciones (Estatal, Autonómica y Local) competentes en el desarrollo, implantación y ejecución de los Servicios Públicos, en su marco territorial y competencial correspondiente, cuestionan y se alejan cada vez más de los principios que deben regir dichos Servicios. La igualdad, el acceso, la universalidad, el control, etc. Son sustituidos por principios más afines a las teorías del mercado, que a las prácticas solidarias y de satisfacción de las necesidades de los ciudadanos.
Un aspecto a destacar, y que influye en el desarrollo y el modelo de Servicio Público, es de su financiación, base económica de su funcionamiento y capacidad de actuación. Las diferentes reformas fiscales acometidas por los diferentes Gobiernos (Estatal y Autonómica) así como por las Corporaciones Locales, han derivado en injustas repercusiones para los contribuyentes con menor poder adquisitivo, en un perjuicio para las arcas públicas y en una restricción de fondos paulatina hacia el Sector Público, con la excusa de la disminución del endeudamiento. En realidad, el descenso total de ingresos al Estado procede mayoritariamente de gravar menos las rentas del capital. 

Es más necesario que nunca que comprendamos la naturaleza de a lo que nos enfrentamos. Se trata de convertir lo que hasta ahora eran los derechos de todos nosotros, en mercancías que sólo podrán adquirir aquellos  que disfruten de un alto poder adquisitivo.  Los que quieren especular con nuestras vidas  saben que los Servicios Públicos constituyen áreas de negocio en los que la demanda está asegurada y  pretenden construir sobre espacios de derechos, prósperos mercados de servicios. Se trata de imprimir un nuevo modelo de relaciones sociales  basado en la sumisión al dinero y a la presunta sabiduría de los mercados financieros.

Los recientes escándalos de corrupción política nos están demostrando de un modo más claro, si cabe, que es absolutamente falso el discurso que trata de convencernos de que no hay dinero o de que los Servicios Públicos no son sostenibles financieramente. Claro que hay dinero, y lo hay porque lo hemos aportado todos los ciudadanos.  La potenciación o el desmantelamiento de los servicios públicos son, en primer lugar, una cuestión de voluntad política, y son, además, una cuestión de modelo de sociedad y de modelo de país.
Desde que el PP ha llegado al gobierno se ha empeñado en una brutal ofensiva contra los derechos de los trabajadores y en una continua y sistemática labor de desmantelamiento de los Servicios Públicos. Estos Servicios, como decíamos más arriba, son factores esenciales para una sociedad más igualitaria y son palancas para poder paliar de un modo más eficaz los efectos de la crisis que estamos sufriendo.
No podemos caer en el error de pensar que  estos ataques han comenzado en 2012, pese a que el PP ha aumentado la virulencia de los mismos desde ese año. Durante años se ha extendido la teoría según la cual gestión pública era igual a despilfarro e ineficiencia, además de aprobarse leyes que favorecían la privatización de ciertos Servicios Públicos. Si pretendemos luchar por la defensa de los Servicios Públicos, debemos desmontar este tipo de argumentaciones y demostrar que es posible una gestión de los recursos públicos eficiente y controlada.
En el caso de la Comunidad de Madrid, tenemos que constatar que se ha constituido en vanguardia y campeona de las privatizaciones y los ataques a los servicios públicos. Tanto el gobierno de Esperanza Aguirre como el de su delfín, Ignacio González, se han destacado en la aplicación del programa neoliberal en su versión más radical. Además, esta aplicación del dogma liberal ha ido siempre acompañada de una irrefrenable tendencia a favorecer a sus “amiguetes” y a entregarles, de modo muy ventajoso, sustanciosas oportunidades de negocio.

Los principales ataques perpetrados por el gobierno del PP se han producido contra la Sanidad y contra la Educación,  sectores ambos que constituyen el pilar básico de nuestro maltrecho Estado de Bienestar. Desde las bases puestas con la aprobación de la Ley 15/97,  hasta el reciente Decreto Ley 16/2012, se ha recorrido un camino que supone la ruptura del modelo público y el fin de la universalidad y de la gratuidad en la Sanidad. En el caso de la Comunidad de Madrid se ha ido profundizando en este sentido a través de la LOSCAM (Ley de Ordenación Sanitaria de 2001) y del decreto de creación del Área Única de 2010.
En el caso de la Educación, el panorama no es muy distinto. Se trata de un sector clave para lograr la hegemonía ideológica y un importante caladero de “negocio seguro”.  La ofensiva contra la enseñanza pública  comenzó, hace ya ocho años,  en la educación infantil creando espacios de bajo nivel educativo pero generadores de grandes beneficios económicos. Continuaron con los conciertos educativos: regalando suelo público, detrayendo el dinero de la escuela pública para que, después de una fuerte campaña de descrédito, fuese decayendo hasta convertirse en subsidiaria de la privada o concertada.
La brutal subida de las tasas judiciales supone otro ataque muy evidente a los servicios públicos. Esta subida impide y obstaculiza el acceso de los ciudadanos a la Justicia y sólo permitirá acudir a los tribunales para defender sus derechos a quienes tengan recursos económicos.


Los Servicios Sociales están especialmente amenazados por las políticas neoliberales que en estos momentos quieren imponernos. No se trata sólo de cambios legislativos, como en apariencia pudiese aparentar, es un cambio ideológico y con vocación de implantarse como modelo único. La concepción mercantilista de los Servicios Públicos y en especial de los Servicios Sociales, constituye una acción de generar el espacio de negocio que han dejado vacante otras actividades
La atención a los mayores, enfermos crónicos, discapacitados psíquicos y físicos, las personas con necesidades educativas especiales, los enfermos mentales, las personas en grave riesgo de exclusión y un largo etcétera, son criminalizados por su condición. Las instituciones responsables de la acción social actúan de forma impasible y cruel recortando presupuestos, hechos que ponen la atención de estas personas en riesgo de desarrollarse o en el caso más favorable de hacerlo con mínimos de calidad. Dentro del área social no debemos de olvidar a los trabajadores de estos servicios que eran ya trabajadores maltratados salarialmente y que los recortes solo van a concluir en una mayor precariedad laboral.  

Desde esta Asamblea exigimos que se potencien los Servicios Públicos municipales, y apoyamos la lucha que emprendieron los trabajadores del Ayuntamiento de Pinto, ante unos políticos incapaces de negociar con sus trabajadores. Ante esa falta de capacidad y de “tacto”, estos trabajadores mantuvieron un encierro en la Biblioteca municipal “Javier Lapeña” durante días, en defensa de unas justas reivindicaciones.

Ahora nos encontramos la problemática de la empresa municipal ASERPINTO, trabajadores y trabajadoras siempre mirados con lupa, hasta el punto de  ver vulnerados su derechos más básicos como trabajadores, espiados en cada momento de su jornada, insultados, despreciados y sancionados en muchos casos y esto está ocurriendo por lo que son y representan: un Servicio Público municipal. 


Contra esta oleada de privatizaciones, que se extiende a otros sectores, como los transportes o el de suministro de agua, se han producido movilizaciones y han surgido plataformas en las que han participado tanto trabajadores como  usuarios. Nuestro objetivo principal es que, desde Pinto, seamos capaces de coordinar estas luchas. 

Pretendemos que, en nuestro municipio, cada lucha por lo público sea una lucha de todos. La lucha contra los desahucios y otras luchas sociales nos han demostrado que el deseo expresado en el lema que corean cada vez más ciudadanos, “Sí, se puede”, es realizable, depende de nuestra voluntad y de nuestro empeño en hacerlo posible. En Pinto, como en el resto de ámbitos, “Sí se puede”, podemos.

Pinto, 5 de marzo de 2.013

No hay comentarios:

Publicar un comentario