viernes, 26 de abril de 2013

EVOLUCIÓN DEL PODER ADQUISITIVO DE LOS FUNCIONARIOS

GRÁFICOS: 
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Gráficos: ciencia-explicada.com
Las cifras son muy claras y no parece necesario explicarlas mucho. La pérdida de nivel adquisitivo es constante en los trabajadores de la Administración.
Tanto en épocas de crisis como de bonanza económica, con la excepción de los dos años en los que se trató de relanzar la economía empleando medidas como el Plan E y un tímido aumento del sueldo de los funcionarios para relanzar el consumo. Todos tenemos padres y madres, abuelos o conocidos que son pensionistas.
 
Si pensamos en cada año que los pensionistas han recibido una paga compensatoria en enero, eso significa que la previsión de IPC del Gobierno fue menor del IPC real, y eso quiere decir que ese año los trabajadores públicos vimos disminuir nuestro nivel adquisitivo (en 16 de los últimos 20 años ha sucedido esto).
 
Desde siempre he tenido una importante conciencia social y he sentido una profunda solidaridad (supongo, por otro lado, que como la mayoría de la gente) por los desfavorecidos o por quienes atraviesan dificultades especiales: sean inmigrantes, parados, mujeres maltratadas o víctimas del terrorismo. Sean mineros o jornaleros, o los trabajadores de cualquier empresa a la que aplican un ERE que supone que les echen a la calle o les reduzcan su jornada laboral y su salario…
Y en esas situaciones me indigno con los banqueros, con el sistema financiero y con los políticos que nos han llevado a esta situación. 

Quizá por esto me afecta más que, siendo ahora nosotros, los trabajadores públicos (no solo funcionarios) los agredidos ya por tercera vez en nuestros derechos laborales y nuestros sueldos, mire a mi alrededor y no encuentre solidaridad ni comprensión en mis conciudadanos, que mire a la gente o que hable con amigos o incluso familiares y lo que vea es incomprensión e indiferencia… ¿Todavía se nos sigue viendo así? Solo somos trabajadores. ¿Qué graves pecados hemos cometido contra la sociedad? No puedo quitarme de la cabeza que gran parte de la gente se siente como Andrea Fabra, y ante los recortes a los funcionarios aplauden y piensan: Muy bien, muy bien, muy bien,… ¡Que se jodan!
 
Solo somos trabajadores. Pero cuando algo lo repites muchas veces acaba pareciendo realidad. Y si no, me remito a la próxima tertulia en cualquier radio o televisión en la que se trate el tema. Parece ser que es incuestionable que somos demasiados, y la mayoría vagos, malos trabajadores y privilegiados. Y ese mensaje se repite cuantas veces haga falta, hasta que se convierte en un axioma, en una verdad irrefutable sobre la que únicamente hay que buscar argumentos que la demuestren (y no al revés). 

Es desolador pensar que en este país habitualmente las instituciones más valoradas sean: las fuerzas armadas, la sanidad, la educación, la policía o los bomberos. Todos servicios prestados por personal público. Y sin embargo, las mismas personas que mes tras mes reiteran estos datos,… desprecian a los funcionarios, que son los trabajadores que prestan esos servicios públicos. No parece un planteamiento demasiado consecuente, ¿no? ¿De verdad somos demasiados? No.
El desarrollo social de España empezó muy tarde y ha sido muy limitado. 

En España un 9,5% de la población empleada trabaja en la Administración; en la Unión Europea un 16%. En España somos 6,5 empleados públicos por cada 100 habitantes, y en Europa más de 15. Cuanto más avanzadoes un país, cuanto más desarrollado se encuentra su Estado del Bienestar, cuantos más derechos tiene su población, mayor es el número de empleados públicos: en Suecia el 21,1% y en Dinamarca el 25%. La inversión en servicios sociales produce riqueza y seguro que no es casual que los cuatro países con menor inversión del PIB en los servicios públicos de la UE-15 sean: Irlanda, España, Portugal y Grecia. Los cuatro países intervenidos,… ¿o quizá España no lo está?
¿De verdad somos todos unos vagos? ¿Tomamos muchos cafés? Bonito estereotipo. Pero yo en la realidad no veo a mis compañeros leyendo el Marca o pasando las horas muertas en las cafeterías,… Vale, sí, alguno habrá. Seguro que un porcentaje irrelevante. Como en otros trabajos. De todas formas eso se puede (y se debe) controlar mediante mecanismos adecuados.
Pero lo que hacen nuestros dirigentes es hacer pagar a justos por pecadores, lo que, por definición, es siempre injusto. Como hay muchos que no pagan el IVA,… pues lo subimos y los que antes pagaban, pagarán también por los que no lo hacían antes ni lo harán ahora. Como algunos parados se acomodan,… reduzco la tasa de desempleo para incentivar que los parados busquen el trabajo que no hay. Como en la Administración hay mucho absentismo, hago que tengan todos que pagar al ponerse enfermos. Como algunos toman mucho café,… pues café para todos: incremento el horario 2,5 horas a la semana,… y a la vez reduzco el sueldo. Pues no, incrementen las inspecciones, persigan a los que defraudan y sanciónenlos. ¿Cuántos son los vagos en la administración? ¿Un 10%, un 15%? Y siempre es un tema de conversación que aparece si se habla de la Función Pública… ¿Hemos de pagar el 85% por los pecados de ese 15%?
 
El acceso a la Administración está muy regulado y se basa en los principios de igualdad, mérito y capacidad. En los procesos selectivos participa mucha gente, incluidos los sindicatos y no es fácil que haya irregularidades y, si existen, se pueden denunciar. De hecho, los mayores garantes de que el proceso sea justo, además del tribunal de cada oposición (con varios miembros, no lo olvidemos), son los propios opositores. Y de vez en cuando hay algún proceso porque alguien siente lesionados sus derechos. ¿Ha habido alguna vez algún chanchullo? Seguramente haya habido… ¿Y cuántos de los trabajadores de la Administración han accedido así? ¿Un 2%? ¿Un 5%?... ¿Hacemos pagar al 95% los pecados de ese 5%? Y lo normal es que si se habla de la Administración salga también ese tema a colación.
 
Es el mismo planteamiento injusto que, si se habla de inmigrantes, se comente que son unos delincuentes (alguno habrá, es posible); o de parados que están estupendamente en casa sin hacer nada, o en el bar o haciendo sus chapuzas (también puede que haya alguno), o de aquellos con jornada reducida por un ERE (y entonces aparece un listo y comenta: sí, pero muchos siguen haciendo las mismas horas y se las pagan en dinero negro)… No nos olvidemos de que cuando hacemos pagar a justos por pecadores, lo que estamos cometiendo es una clara injusticia.
Solo somos trabajadores. No hemos sido los culpables de la crisis. Esos han sido los banqueros, principalmente, y los políticos, que han actuado como cómplices. Y por supuesto los corruptos. La mayoría no es cierto que hayamos vivido por encima de nuestras posibilidades, salvo en nuestras viviendas, que nos obligaron a comprar por tres o cuatro veces su valor real e hipotecarnos durante decenios.
Se nos pide un esfuerzo de solidaridad con el país, y con la gente que está en situación precaria, y con los millones de desempleados. Y decimos: por supuesto, una, dos, tres veces,… Y sin embargo, lo peor no son las medidas que hacen pagar la factura de los excesos financieros en los trabajadores (y muy especialmente en los trabajadores públicos), mediante aumentos del IVA, disminución de las contraprestraciones sociales (medicamentos, hospitales, libros de texto, disminución de los subsidios al desempleo, …) y venta de servicios públicos (Renfe o Aena); lo peor es ver que ninguna medida se aplica sobre los causantes de la crisis (ni más y mejor inspección fiscal, ni impuestos a las grandes fortunas, ni impuestos a las transacciones financieras, ni incremento de los impuestos a las rentas del capital, ni impuesto del patrimonio, ni mayor incremento del IRPF,… y sobre todo esa indigna amnistía fiscal para los defraudadores). 

Parece que tiene sentido que si tenemos un problema de financiación no se trate de arreglar (en primer término y únicamente) mediante recortes sociales y recortes de salarios a los funcionarios.
Para todos está siendo muy dura la crisis. Sin duda que para muchas personas peor que para los trabajadores públicos, pero son estos uno de los colectivos sobre los que está cayendo claramente gran parte del peso de las medidas de ajuste… Y una de las peores cosas es que ni aun así parece que podamos esperar de nuestros conciudadanos la misma solidaridad que tenemos con los mineros cuando pasean por La Castellana, con los agricultores cuando sacan los tractores a la calle, con los afectados por un ERE o con los parados de larga duración. Sed justos con los trabajadores públicos, solo somos trabajadores y también lo estamos pasando muy mal.
Si nos dividen vencerán. Si estamos unidos no. Todos somos trabajadores: los del sector privado, los del sector público y los parados. Juntos sí podremos.

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